McAllen, Texas.- Las más pequeñas tienen once años. Son niñas mexicanas que con engaños fueron traídas ilegalmente a los Estados Unidos donde las esclavizan al sexo y en ocasiones, cuando enferman, no les atienden, simplemente, las dejan morir.
Esta es una aberrante realidad que sucede en el país más poderoso del mundo, donde florece el negocio del tráfico de niñas cuya suerte es satisfacer el apetito sexual de hasta 30 sujetos… cada día.
Casos de niñas que con engaños fueron arrancadas del hogar de sus padres -a veces hasta por los mismos familiares- son cada vez más comunes.
“Las víctimas son las personas más vulnerables de la sociedad: bajos recursos económicos, sin educación y fáciles de manipular”, dice John Johnson, ex Director Regional del FBI en McAllen y ex Director de la Unidad de Derechos Civiles del FBI en Washington.
“Las traen con promesas de empleo y de mejores oportunidades, pero cuando llegan es cuando las someten, intimidan y controlan”, agrega Johnson.
Otras víctimas son seducidas en los tradicionales anuncios de ocasión los que se solicitan edecanes o modelos, advierte Víctor Manuel Treviño, ex Cónsul de México en Brownsville.
“Que te parecen 600 dólares para comprar lo que quieras simplemente por acompañar a hombres en viajes? Nosotros podemos ayudarte a que lo consigas. Al otro lado”, dice una de los anuncios que publican en periódicos para enganchar jovencitas.
Otros son los tradicionales que buscan trabajadoras domésticas o aquellos en los que un “buen hombre americano busca a una mujer mexicana joven para fines matrimoniales”.
Organizaciones internacionales que combaten el turismo sexual infantil dice que México es uno de los lugares donde la explotación sexual infantil está fuera de control,; ahí hay cerca de 100 mil niños en situación de calle.
La Oficina de Monitoreo y Combate al Tráfico de Personas, ha rescatado niñas en esta situación. “Entre las rescatadas hay una “epidemia” de violaciones, abuso físico, transmisión de enfermedades sexuales como el SIDA y cáncer por el papiloma humano”.
La violencia física contra ellas es tan extrema que resulta en huesos rotos, pérdida de conciencia y violaciones sexuales en grupo. Las complicaciones que todo esto tiene en las jóvenes van desde el aborto hasta problemas gastrointestinales, pérdida no saludable de peso, piojos, depresión suicida, alcoholismo, drogadicción e incluso la muerte.
El tráfico humano ocurre en gran parte en la frontera norte de México y sur de los Estados Unidos.
Datos del Departamento de Estado estiman que alrededor de 20 mil mujeres y niñas son traficadas a los Estados Unidos cruzando la frontera México-Estados Unidos. Se indica que desde el 2001, más que el 20 por ciento del total de las víctimas identificadas nacionalmente han sido localizadas en estados fronterizos como Texas y California, entre otros.
De entre las 20 mil personas que se trafican a los Estados Unidos anualmente, llegó en la década anterior Concepción Jiménez de 14 años, una mexicana quien cayó en las manos de Javier Miguel Ramírez de 35 años quién le puso precio: quince minutos con la niña por 30 dólares.
La niña visitaba a sus clientes en residencias de Maryland y Virginia, justo en el corazón político de los Estados Unidos. Ramírez la obligaba a decir que no tenía 14, sino 20 años.
Los clientes eran -por lo menos- 25 hombres diarios y las ganancias bastante grandes, como inmensas eran las heridas en el corazón de Concepción, heridas que nunca cicatrizarán.
El infierno de la pequeña comenzó en Agosto del 2005 y fue rescatada en Junio del 2006. El sujeto fue sentenciado en 2008 a 87 meses de prisión.
“Pocos crímenes son más repugnantes que vender sexualmente a una niña inocente y desprotegida”, agrega James A Dinkins, oficial de la Agencia de Aduanas e Inmigración –ICE-, quién participó en el rescate de la joven.
En San Antonio, operaba una banda dedicada precisamente al contrabando de jovencitas para fines sexuales. De acuerdo a datos de la Corte, Timothy Michael Gereb es uno de los cinco involucrados en el crimen de prostituir a niñas mexicanas, las investigaciones llegaron hasta tres hermanas de ascendencia mexicana que colaboraban con Gereb.
El negocio de la banda incluía introducir a las jovencitas ilegalmente de México hasta llevarlas a San Antonio. “Lejos de casa y sin conocer el sistema legal de los Estados Unidos”, comenta Grace Cheng Becker, Asistente a la División de Derechos Civiles del Departamento de Justicia de los Estados Unidos.
Uno de los casos más recientes ocurrió cerca de Houston, donde una niña mexicana de 16 años fue liberada por la policía. Tenía alrededor de dos meses de haber sido traída a los Estados Unidos y sometida a la esclavitud sexual.
“Vivía amenazada y encerrada en una casa, prisionera y vigilada por tres perros”, indica Joe Ayala, Jefe de la Policía de San Jacinto.
La niña aprovechó el descuido de sus captores –una madre y su hijo, ambos mexicanos- para usar un teléfono celular y comunicarse con la policía. Días tardaron para dar con el lugar donde se le mantenía. Gregoria Salgado Vázquez de 58 años y su hijo, David Salazar de 27, serian arrestados.
Susana (en fotografía blanco y negro) era víctima de la prostitución desde los 12 años. Fue forzada a vender su cuerpo a beneficio de un sujeto, si se resistía era golpeada hasta quedar inconsciente. Al año, fue rescatada.
Pero muchas niñas se quedan esclavizadas a un infierno por temor. Saben que no tienen papeles, pero ignoran que por las autoridades ya no son vistas como indocumentadas sino como víctimas del crimen con posibilidades de que arreglen su situación migratoria y puedan vivir y trabajar legalmente en este país.
“Nosotros queremos ayudarlas, pero no es fácil, necesitamos el apoyo de la comunidad, necesitemos que reporten a la policía o a nosotros si saben de que hay personas que están sufriendo esto”, dice el FBI.
Johnson agrega que si los vecinos ven una especie de almacén en el que trabajan y duermen personas en el mismo lugar y que está fortificado y no se ve que los trabajadores salgan de ahí, seguramente se trata de un lugar donde están ocurriendo este tipo de delitos.
Si una persona es obligada a ejercer algún tipo de oficio o trabajo sin que se le pague un salario o remuneración por esto y se le confina restringiéndole su libertad, esa persona es víctima del tráfico humano y se le están violando sus derechos civiles que en este país se respetan sin importar la condición migratoria de la víctima.
El tráfico humano para actividades sexuales va mucho más allá de lo que cualquier mente sana pueda imaginar, es quizá, una forma lenta de morir en vida. Los traficantes venden más allá del cuerpo de una niña, asesinan su inocencia, su fé en el ser humano y sus ganas de vivir.
En Agosto del 2004, una iniciativa del FBI, diseñada para tratar de identificar con el apoyo de la comunidad a organizaciones que estuvieran envueltas en el tráfico de humanos nació y desde entonces los casos reportados aumentaron en un 300 por ciento. Pero, aunque rescatadas los cuerpos, la mente de estas niñas ha quedado herida, casi muerta para siempre.